Original en inglés en el blog Praxis de Tiago Forte. Traducción propia con permiso del autor.

Si tuviera que dar un solo consejo en cuanto a la mejora de la productividad y el aprendizaje, sería este: «es preferible seguir principios que preceptos».

Todos los consejos y tácticas tienen fecha de caducidad y algún día quedarán obsoletos, incluso la aplicación más innovadora acabará por perder relevancia.

La historia de la gestión de las ideas revela una corriente de herramientas y técnicas en constante cambio, sin embargo, los principios subyacentes de la gestión de ideas son atemporales. Ya estaban presentes hace cientos de años y seguirán estando presentes dentro de cientos de años: estos son los principios que vale la pena aprender.

Como dice Silvano Arieti, «Los productos creativos son siempre relucientes y nuevos; el proceso creativo es antiguo e inmutable».

Estos son los diez principios básicos en cuanto a la gestión de ideas que he observado, basándome en lo que he aprendido al enseñar el método Building a Second Brain.

1. Creatividad prestada

La creatividad no es una fuerza misteriosa que hay que invocar de la nada: surge de forma orgánica de los esfuerzos prácticos por reunir, organizar y digerir tus propias ideas y las de los demás. Antes de crear una obra original puedes prepararte concentrando las ideas con las que te vas encontrando en tu vida diaria en un mismo lugar fiable que no sea tu cabeza. Esto hace que sea más fácil ver patrones inesperados y conexiones entre ideas, lo que te aporta una visión más potente y única.

2. La captura como hábito

No juegues al pillapilla con tus pensamientos. Tus ideas son valiosas y tienden a llegar cuando menos te lo esperas. Si adoptas el hábito de capturarlas y guardarlas permites que habiten para siempre en un sistema de confianza que refleje tus objetivos e intereses. Así liberas y despejas la mente para que se te ocurran más ideas.

3. Reciclaje de ideas

Las ideas no son desechables, pueden sobrevivir después de proyectos de los que han formado parte inicialmente. Cada documento o entrega que creas representa una valiosa reflexión que se puede reciclar y reutilizar en futuros proyectos. Por eso, si haces un pequeño esfuerzo adicional para preservar tu trabajo de cara al futuro nunca tendrás que hacer ese mismo trabajo inicial dos veces.

4. Proyectos en lugar de categorías

En vez de organizar ideas por categorías como «psicología», «marketing» o «economía», lo cual da lugar a silos de los que no pueden escapar, organiza tus ideas dentro de los proyectos, de esta forma te serán más útiles y accionables. Organizar ideas según el proyecto al que aplican también hace más fácil decidir dónde van y te será más fácil encontrarlas cuando las necesitas.

5. A fuego lento

Deja de completar tus proyectos como si fueran una sesión de pesas sin haber levantado nunca pesas, es decir, jornadas de trabajo agotadoras y dolorosas en las que empiezas desde cero. Se puede hacer de otra manera: reúne ideas poco a poco, en segundo plano y de forma espaciada en el tiempo, cocinándolas a fuego lento. Una vez que el proyecto se ponga en marcha ya tendrás una colección de ideas ricas e interesantes, ejemplos, datos e ilustraciones que puedes combinar de forma fácil sin quemarte por ir con prisas.

6. Empieza desde la abundancia

La creatividad surge de la abundancia. En lugar de sentarte ante un lienzo en blanco y tratar de pensar en algo ingenioso, comienza tu proceso creativo cribando de un montón de ideas interesantes, reflexiones e sugerencias en las que basarte. Esta mente extendida es el lugar perfecto para recolectar la materia prima creativa.

7. Paquetes intermedios

Darte un atracón de trabajo o digerir la información sin masticarla requiere mucha motivación y autodisciplina, las cuales escasean. Si divides tu trabajo en una serie de breves «paquetes intermedios» progresarás de forma constante mientras acumulas una reserva de conocimientos que te serán útiles. Con estos paquetes bajo la manga tendrás muchas más opciones para combinarlos y remezclarlos para que resulten ideas nuevas en el futuro.

8. Solo dominas lo que pones en práctica

No te limites a consumir cantidades ingentes de información que además se te va a olvidar en nada. En su lugar, pon en práctica lo que vas aprendiendo y haz cosas nuevas. Aplicar lo que aprendes en proyectos tangibles no sólo ayuda a fijar el aprendizaje, sino que te permite obtener feedback e incorporar las reflexiones de otros para así mejorar.

9. Pónselo fácil a tu «yo del futuro»

Si mejoras tus notas cada vez que te topas con ellas (las organizas un poquito más, las redactas de forma más concisa y clara) a tu «yo del futuro» le resultará cada vez más fácil acceder a los conocimientos que has guardado. En lugar de ponerte a organizar ideas por adelantado, hazlo poco a poco, cuando te convenga.

10. Ideas en movimiento

Aquellos sistemas que dependen de la perfección para funcionar son en realidad profundamente imperfectos. En vez de intentar crear un sistema de organización perfecto antes de empezar a crear, concéntrate en avanzar con tus proyectos y objetivos de forma constante. Tu second brain evolucionará para adaptarse a tus necesidades solo si trabajas y si acudes a él día tras día.

Escrito por:Guía Carmona

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